
Le gustaba pensar que era especial, que no importaba cuantas veces rechazara pequeños regalos de la vida, pues, siempre se encuentra el mayor regalo de todos: la felicidad, sino, ¿Por qué todos los adultos iban a estar tan contestos con sus vidas? Vivía del derroche, pero solo con los sucesos que podrían marcar su futuro. Quería estar segura al 100% antes de tomar una decisión, pero nunca lo estaba. Asi que continuamente esperaba, cosa que siempre odió, mientras disfrutaba de maravillas sin importancia.
Un día, o mejor dicho, una noche, creyó renacer en un folio, sintiendo el suave tacto con los trazos de cada frase. Todos salían de lo más profundo, y aquel era el único lugar donde podía ser realmente ella.
Cada noche volaba a aquellas lineas, sobrevolaba sus sentimientos, para hacer una fotocopia de ellos sobre el folio.
Y lo cierto es que no siempre parecía suficiente.
A veces la espera, a la que siempre juró no estar atada, dolía demasiado y abría cicatrices ficticias, heridas que nunca desaparecieron.
A veces pensaba que tal vez estuviera siendo demasiado optimista, que tal vez no era tan especial, que tal vez debería actuar como todos lo hacían, y no buscar su futuro, sino el futuro, solo eso.
Le gustaba mirar la lluvia, deseaba que lloviera y no tener paraguas. Para ella eso significaba una tarde de reflexiones junto a la ventana, para otros, una noche sin salir.
Un día, o mejor dicho, una noche, me dijo que no me preocupara, que no me sintiera mal por pensar distinto a los demás humanos, que, pensara lo que pensara, eligiera el camino que eligiera, siempre iba a ir por la misma senda que todos.
Un día, o menos dicho, una noche, me dijo:
-¿Y si nunca me hubieras conocido? ¿Y si nunca se te hubiera ocurrido escribir sobre mi? ¿Y si nunca hubieras pensado en mi? En resumen, ¿Y si en algún momento de tu vida hubieras descubierto quién eres?
Ella siempre quería estar segura al 100% pero nunca lo estaba.