
Le observé mientras caía en picado, sin alterar la expresión de tranquilidad que siempre habitaba en su rostro. No movía las alas, no abría sus ojos y yo, por alguna extraña circunstancia, no tenía alas, las había perdido ya hacía tiempo y no recordaba cómo ni dónde. Así que tuve que bajar escalando, consciente de que no podría salvarle la vida, la existencia, o lo que fuera que le hiciera poder estar conmigo.
Al llegar abajo, tal vez tres horas, tal vez tres segundos despues, pues allí no existía el tiempo, pude verlo a lo lejos, tendido en el suelo y con un puñado de plumas revoloteando a su alrededor, como si no quisieran llegar a tocar nunca el mismo.
Me acerqué a el corriendo, sin poder contener las lágrimas que ya empezaban a brotar de mis ojos.
-¡Idiota! ¡¿Por qué?! No puedes hacer esto...- Dije mientras le abrazaba con miedo a hacerle daño.
El sonrió como única respuesta.
Recorrí con mis dedos su rostro, cubierto de arañazos. En su pómulo derecho se abría una grieta por la que la sangre resbalaba por su cara hasta aterrizar en las plumas de sus alas destrozadas.
-No puedes hacerme esto- Repetí deseando odiarle.
-Y tú no puedes llorar por mi- Me dijo mirandome a los ojos con la misma expresión que usaba siempre para consolarme, pero esta vez era inutil.
-¡Eres imbecil!- Dije rompiendo a llorar histericamente.
-Sabías que este día iba a llegar- Me cogió la mano.
Mis lágrimas no dejaban de brotar y se mezclaban con su sangre.
"Sabrás que todo ha acabado cuando pienses en mi en pasado" Recordé aquellas palabras. Y yo hacía tiempo que pensaba en él en pasado, que intentaba mentalizarme de que se había ido para siempre, de que no volvería a verlo. Aún así nunca lo conseguí, siempre conservé la esperanza.
-Aún no es el momento...- Murmuré sin dejar de llorar.
-¿Tú crees?- Puede que lo fuera, pero yo no quisiera creerlo.
-Por favor...-
-Sabes que ya nada sería igual.- Dijo con tristeza.
-¡No me importa como sea si es contigo, joder!- Grité-No puedes hacerme esto, es imposible, tú no haces las cosas mal y esto está mal, eres un egoista, no puedes venir, hacerme feliz y dejarme cuando "creas que ha llegado el momento" así no son las cosas.- Volvió el llanto que solo había parado un instante.
Sentía que se me acababa el tiempo a su lado.
-Esto no está mal...-
-¡Lo está!-Le interrumpí.
-Me voy porque sabes que me tengo que ir- Suspiré.
-Pequeña...-
"No me llames así" pensé
-Te hiciste a la idea de que no ibamos a volver a vernos. Pensaste que en aquel tiempo que no estuvimos juntos yo conocí la tierra, ¿Cierto?- Asentí- Pensaste que yo iba a cambiar, que no ibas a volver a verme y que, en caso de hacerlo, yo sería otro ser humano más, que pensaría como ellos, que sería realista.- Odiaba esa palabra, y el lo sabía, pues también la odiaba. Tal vez tuvieras razón. Un ser humano no puede vivir en un sitio como este- Sentí que se me vaciaba el alma.
No quería que dejara de hablar.
- Pero, ¿Cómo puedes decir eso? Tú me enseñaste a creer en nosotros, tú...-
-A creer en nosotros, no a vivir de nosotros.- Esta vez fue él quien me interrumpió, cosa que me alegró hasta que oí sus palabras.
-¿Me estás diciendo ahora que deje de creer en tí?.-
-Te estoy diciendo que no existo.-
Mis ojos seguían ahogandose en lágrimas, pero al menos yo me había calmado un poco intentando comprender lo que me decía.
-Pequeña, siempre quise que creyeras en mi al igual que crees en tus escritos, en tus libros, en tus canciones. Nunca quise que me buscaras en tu mundo, aunque en algún momento lo hubiera dando todo por estar a tu lado... Tú has intentado estar conmigo una y otra vez, has querido verme en otras personas, en otros humanos. Pero nunca te has dado cuenta de que siempre has estado conmigo y de que en el único ser humano en el que me podías encontrar era en tí. Además, yo no existiría si pudieras encontrarme en la tierra. ¿Sabes por qué quería estar contigo? Porque era lo que tú ansiabas, que yo fuera de carne y hueso, poder abrazarme realmente, poder sentirme realmente.-
Iba a volver a llorar como una histérica, pero él se dió cuenta.
-No puedo morir hasta que te vayas, o... hasta que desees que muera- Me tanquilizó sabiendo que mi mayor preocupación era no poder acabar nuestra última charla.
Era cierto, allí yo controlaba el tiempo, y si yo no quería que llegara el momento no iba a llegar. Pero claro, yo podía controlarlo solo mientras estaba allí. Un sueño no acaba cuando el soñador despierta
Me tumbé a su lado. A su alrededor ya había un charco de sangre, aunque, no sabía de donde salía exactamente. Las plumas también parecían haber aterrizado.
Me apoyé en su pecho y cerré los ojos.
-Te he fallado...- Susurré
-Simplemente te has equivocado.- Me rodeó los hombros y me acercó a él.
Odiaba tener razón.
-Lo estás haciendo muy bien. Estoy orgulloso de tí-
No me gustaba cuando decía eso. Cuanto más orgulloso se sentía, mejor lo estaba haciendo sin él.
-En serio, sé que puedes sin mi. Pero tienes que ser consciente de ello. No pienses que no podrás hacerlo, no pienses que me necesitas, porque ese es precisamente el motivo por el que no puedo seguir contigo.
-Es mi culpa...-Murmuré.
-Tu mundo es muy distinto a este-
-Este es mi mundo- Protesté.
-Esto no existe.- Paró para esperar mi respuesta, pero yo no supe que responder.
-Realmente creo que soy la parte cuerda de ti. Creo que aunque mi existencia, para muchos sea una locura, soy el único que ha evitado que las hagas. Pero, ¿Sabes? Que yo no soy Moon, yo no soy el único punto de apoyo que has tenido en estos tres años, yo no soy lo único que te ha salvado, no soy el chico de tus sueños. Soy esa parte de tí que temes que se equivoque y por ello te empeñas en que no soy tú. Si me equivoco al menos no eres tú quien falla, ¿No?-
-¿Qué dices?- Tenía sentido.
-No puedes vivir aquí. Tu mundo es muy bonito, tienes mucho que aprender sobre él. Además, sé que empiezas a tener sueño.- Sentí como volvían a brotar las lágrimas.
-No, no, no quiero irme, no quiero que sea la última noche.- Dije apretando los dientes con impotencia.
-No lo será, a ti te tendrás siempre-
¿Cómo iba a asumir que el ser que me había ayudado tanto, al que dediqué tantas noches, al que adoraba por su valentía y su sinceridad, era yo misma? ¿Acaso estaba recuperando la cordura? Con lo orgullosa que había estado siempre de estar como una cabra...
Me sentía más culpable cuanto más me daba cuenta de que aquel chico tenía razón.
-Increible ¿Verdad?- Me preguntó sonriendo.
Me sequé las lágrimas y le devolví la sonrisa dandole la razón.
-Lo que hace la mente humana...- Dijo y suspiró, con cansancio o resignación, lo cierto es que no reconocí el significado de aquel suspiro.
Le miré a los ojos por última vez. Estaban más brillantes y orgullosos que nunca. No lo podía creer, aquello era una lágrima. Era la primera y última vez que lo veía llorar.
Nunca olvidaré esos ojos verdes, brillantes, valientes, melancólicos, orgullosos, felices, agradecidos.
-Gracias Moon. Buenas noches.- Dejé caer la última lágrima sobre su pecho y cerré los ojos, consciente de que al despertarme no iba a estar allí.
Gracias Moon. Buenas noches.