jueves, 25 de noviembre de 2010

No diré adiós en la despedida definitiva.

Le ví saltar de lo más alto, ¿Acaso estaba huyendo de mi? No, él nunca lo haría.
Le observé mientras caía en picado, sin alterar la expresión de tranquilidad que siempre habitaba en su rostro. No movía las alas, no abría sus ojos y yo, por alguna extraña circunstancia, no tenía alas, las había perdido ya hacía tiempo y no recordaba cómo ni dónde. Así que tuve que bajar escalando, consciente de que no podría salvarle la vida, la existencia, o lo que fuera que le hiciera poder estar conmigo.

Al llegar abajo, tal vez tres horas, tal vez tres segundos despues, pues allí no existía el tiempo, pude verlo a lo lejos, tendido en el suelo y con un puñado de plumas revoloteando a su alrededor, como si no quisieran llegar a tocar nunca el mismo.
Me acerqué a el corriendo, sin poder contener las lágrimas que ya empezaban a brotar de mis ojos.

-¡Idiota! ¡¿Por qué?! No puedes hacer esto...- Dije mientras le abrazaba con miedo a hacerle daño.
El sonrió como única respuesta.

Recorrí con mis dedos su rostro, cubierto de arañazos. En su pómulo derecho se abría una grieta por la que la sangre resbalaba por su cara hasta aterrizar en las plumas de sus alas destrozadas.
-No puedes hacerme esto- Repetí deseando odiarle.
-Y tú no puedes llorar por mi- Me dijo mirandome a los ojos con la misma expresión que usaba siempre para consolarme, pero esta vez era inutil.
-¡Eres imbecil!- Dije rompiendo a llorar histericamente.
-Sabías que este día iba a llegar- Me cogió la mano.
Mis lágrimas no dejaban de brotar y se mezclaban con su sangre.
"Sabrás que todo ha acabado cuando pienses en mi en pasado" Recordé aquellas palabras. Y yo hacía tiempo que pensaba en él en pasado, que intentaba mentalizarme de que se había ido para siempre, de que no volvería a verlo. Aún así nunca lo conseguí, siempre conservé la esperanza.
-Aún no es el momento...- Murmuré sin dejar de llorar.
-¿Tú crees?- Puede que lo fuera, pero yo no quisiera creerlo.
-Por favor...-
-Sabes que ya nada sería igual.- Dijo con tristeza.
-¡No me importa como sea si es contigo, joder!- Grité-No puedes hacerme esto, es imposible, tú no haces las cosas mal y esto está mal, eres un egoista, no puedes venir, hacerme feliz y dejarme cuando "creas que ha llegado el momento" así no son las cosas.- Volvió el llanto que solo había parado un instante.
Sentía que se me acababa el tiempo a su lado.
-Esto no está mal...-
-¡Lo está!-Le interrumpí.
-Me voy porque sabes que me tengo que ir- Suspiré.
-Pequeña...-
"No me llames así" pensé
-Te hiciste a la idea de que no ibamos a volver a vernos. Pensaste que en aquel tiempo que no estuvimos juntos yo conocí la tierra, ¿Cierto?- Asentí- Pensaste que yo iba a cambiar, que no ibas a volver a verme y que, en caso de hacerlo, yo sería otro ser humano más, que pensaría como ellos, que sería realista.- Odiaba esa palabra, y el lo sabía, pues también la odiaba. Tal vez tuvieras razón. Un ser humano no puede vivir en un sitio como este- Sentí que se me vaciaba el alma.
No quería que dejara de hablar.
- Pero, ¿Cómo puedes decir eso? Tú me enseñaste a creer en nosotros, tú...-
-A creer en nosotros, no a vivir de nosotros.- Esta vez fue él quien me interrumpió, cosa que me alegró hasta que oí sus palabras.
-¿Me estás diciendo ahora que deje de creer en tí?.-
-Te estoy diciendo que no existo.-
Mis ojos seguían ahogandose en lágrimas, pero al menos yo me había calmado un poco intentando comprender lo que me decía.
-Pequeña, siempre quise que creyeras en mi al igual que crees en tus escritos, en tus libros, en tus canciones. Nunca quise que me buscaras en tu mundo, aunque en algún momento lo hubiera dando todo por estar a tu lado... Tú has intentado estar conmigo una y otra vez, has querido verme en otras personas, en otros humanos. Pero nunca te has dado cuenta de que siempre has estado conmigo y de que en el único ser humano en el que me podías encontrar era en tí. Además, yo no existiría si pudieras encontrarme en la tierra. ¿Sabes por qué quería estar contigo? Porque era lo que tú ansiabas, que yo fuera de carne y hueso, poder abrazarme realmente, poder sentirme realmente.-
Iba a volver a llorar como una histérica, pero él se dió cuenta.
-No puedo morir hasta que te vayas, o... hasta que desees que muera- Me tanquilizó sabiendo que mi mayor preocupación era no poder acabar nuestra última charla.
Era cierto, allí yo controlaba el tiempo, y si yo no quería que llegara el momento no iba a llegar. Pero claro, yo podía controlarlo solo mientras estaba allí. Un sueño no acaba cuando el soñador despierta

Me tumbé a su lado. A su alrededor ya había un charco de sangre, aunque, no sabía de donde salía exactamente. Las plumas también parecían haber aterrizado.
Me apoyé en su pecho y cerré los ojos.

-Te he fallado...- Susurré
-Simplemente te has equivocado.- Me rodeó los hombros y me acercó a él.
Odiaba tener razón.
-Lo estás haciendo muy bien. Estoy orgulloso de tí-
No me gustaba cuando decía eso. Cuanto más orgulloso se sentía, mejor lo estaba haciendo sin él.
-En serio, sé que puedes sin mi. Pero tienes que ser consciente de ello. No pienses que no podrás hacerlo, no pienses que me necesitas, porque ese es precisamente el motivo por el que no puedo seguir contigo.
-Es mi culpa...-Murmuré.
-Tu mundo es muy distinto a este-
-Este es mi mundo- Protesté.
-Esto no existe.- Paró para esperar mi respuesta, pero yo no supe que responder.
-Realmente creo que soy la parte cuerda de ti. Creo que aunque mi existencia, para muchos sea una locura, soy el único que ha evitado que las hagas. Pero, ¿Sabes? Que yo no soy Moon, yo no soy el único punto de apoyo que has tenido en estos tres años, yo no soy lo único que te ha salvado, no soy el chico de tus sueños. Soy esa parte de tí que temes que se equivoque y por ello te empeñas en que no soy tú. Si me equivoco al menos no eres tú quien falla, ¿No?-
-¿Qué dices?- Tenía sentido.
-No puedes vivir aquí. Tu mundo es muy bonito, tienes mucho que aprender sobre él. Además, sé que empiezas a tener sueño.- Sentí como volvían a brotar las lágrimas.
-No, no, no quiero irme, no quiero que sea la última noche.- Dije apretando los dientes con impotencia.
-No lo será, a ti te tendrás siempre-
¿Cómo iba a asumir que el ser que me había ayudado tanto, al que dediqué tantas noches, al que adoraba por su valentía y su sinceridad, era yo misma? ¿Acaso estaba recuperando la cordura? Con lo orgullosa que había estado siempre de estar como una cabra...

Me sentía más culpable cuanto más me daba cuenta de que aquel chico tenía razón.
-Increible ¿Verdad?- Me preguntó sonriendo.
Me sequé las lágrimas y le devolví la sonrisa dandole la razón.
-Lo que hace la mente humana...- Dijo y suspiró, con cansancio o resignación, lo cierto es que no reconocí el significado de aquel suspiro.
Le miré a los ojos por última vez. Estaban más brillantes y orgullosos que nunca. No lo podía creer, aquello era una lágrima. Era la primera y última vez que lo veía llorar.
Nunca olvidaré esos ojos verdes, brillantes, valientes, melancólicos, orgullosos, felices, agradecidos.
-Gracias Moon. Buenas noches.- Dejé caer la última lágrima sobre su pecho y cerré los ojos, consciente de que al despertarme no iba a estar allí.


Gracias Moon. Buenas noches.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Yo buscaba la magia en cada rincón, el tenía muy claro que la magia no existía·


-¿Qué piensas del amor?- Dije sin venir a cuento.

"Amor", una palabra ya muy desgastada para mi, y no precisamente por mis relaciones amorosas, que siempre fueron escasas y decepcionantes. Pero es que todo el mundo usaba tanto esa palabra que se había convertido en algo sin sentido.
Aun así, sentí curiosidad en aquel momento por otras opiniones.
Y es que paseaba por el centro de mi ciudad. Una ciudad abarrotada de personas que parecían no pensar en nada.
Observé algún mendigo, y es que estos parecían ser los únicos que me comprendían.
Era extraño, ellos estaban ahí, en su rincón, con lo poco que tenían, y todos los ignoraban y dejaban al margen. ¿Cómo podían pasar desapercibidos siendo tan distintos a los demás?
Yo, en cambio, me perdía entro todo aquel bullicio, rumbo a un Mc Donals o algo parecido.
Parecía tan inconsciente como todas aquellas personas, sin embargo, nunca me sentí tan distinta a ellos y tan parecida a aquellos mendigos.
Tan parecidos y a la vez tan diferentes...

-¿El amor?- Dijo él intentando ocultar su sorpresa.
Casi se me olvidaba que le había hecho una pregunta
-El amor es un engaño-
Y,¿Por qué con él me sentía yo la mendiga incomprendida cuando siempre parecía ser él quien tenía la razón?

Él era mi mejor amigo. Alguien muy distinto y a la vez muy parecido a mi.
Yo buscaba la magia en cada rincón. Él tenía muy claro que la magia no existía. Yo siempre tenía esperanzas. Él hacía tiempo que perdió todas.
¿Lo había pasado peor que yo en la vida? Él nunca evidenciaba ningún tipo de sentimiento, pero supongo que era posible.

-¿Por qué lo preguntas?- Dijo mirandome con aquella expresión que mezclaba indiferencia y complicidad que solía mostrar cuando se sentía incomodo hablando de algo y a la vez igual por querer evitar el tema.
-No lo sé, nunca hemos hablado de ello.- Pronuncié y miré alrededor quitandole importancia al asunto. Pero me gustaría tanto que de vez en cuando él pensara como yo...
-Tú y yo somos amigos por culpa del amor,¿No?-
No, yo nunca había amado, si es que el amor es lo que dicen las poesías y los libros.
-Supongo...- Dije consciente de que en el no iba a volver a surgir aquel sentimiento, desde que fuimos un hombro el uno para el otro, desde que conseguimos odiar al amor.
Ahora sabíamos que lo más importante era nuestra amistad.

-¿Pasa algo?- Me dijo mientras enlazaba sus dedos con los mios.
Por cosas como aquellas todos pensaban que eramos "novios".
Nunca salíamos a la calle con nadie que no fueramos nosotros.
-Claro que no- Dije aprentando su mano y sonriendo forzadamente.
Él me conocía demasiado, así que suspiró con resignación, sabiendo que iba a seguir ocultando cualquier problema.

Seguimos paseando y seguí sintiendome un mendigo, sintiendo la libertad del no tener nada, y las cadenas de quererlo todo.
Yo era tan soñadora, y el tan realista...
Y tal vez fuera por eso que no podíamos estar el uno sin el otro. Nos dabamos la parte que nos faltaba a cada uno. Me gustaba ser su mejor amiga.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Sigo siendo yo.


Tal vez creí en mi demasiado rápido, con lo que me costó sentirme una persona normal, ¿Cómo podía creer que iba a ser tan facil de repente?
Nada podía salir tan bien de un momento a otro, nada podía ser perfecto, ni yo iba a aprender tan rápido.
Sigo siendo yo... y seguiré siendo esa.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Don quijote no estaba loco, era Cervantes·


Dicen que las mejores personas están locas.
Dicen que la locura es una enfermedad.
Una vez me aseguraron que hay cosas que se pierden con la edad, y que la locura es una de ellas.
Yo también quiero morir de tristeza, porque no podría vivir con ella.
Yo también quiero morir cuando me arranquen la locura, cuando me arranquen mis textos, mi verdad.
Siento que todos se aferran a la vida que les dan. Parece que tuvieran miedo a buscar más de lo que tienen. Y yo nunca paro de hacerlo, todo me parece poco.
Me molesta. Me molesta la cordura.
Pero aun confío en esos pocos locos.
··
...Siempre había un loco que daba su opinión. El más sereno ante los ojos de los cuerdos, el más demente ante los ojos de su ego.

martes, 2 de noviembre de 2010

Nuestra historia ·





Estaba buscando la frase perfecta con la que empezar un tema para ti,
una letra en la que pudiera decir todo lo que siento, pero, ¿Cómo expresarlo con una letra? Sinceramente, creo que ni con un millón de textos podría demostrarlo. Es curioso, antes, al ponerme delante de un folio, no podía evitar escribirle a el, a mi ángel, no podía evitar que acabara siendo una carta con aquellas palabras que hubiera querido decirle en las conversaciones que no teníamos. Ahora no puedo evitar escribirte a ti. Anoche estuve pensando y, creo que no necesito nada más. Por primera vez en mi vida, me siento completamente llena. ¿Qué puedo decirte? Si ninguna de las palabras son suficientes, ni siquiera lo que haga es suficiente. Nos conocimos hace casi tres años, gracias a la música, y entre otras cosas, por ello, le estoy tan agradecida. Al parecer los dos sabíamos que en el destino estaba escrita nuestra historia, aunque no fuera el momento. Lo cierto es que no me arrepiento de nada, puesto que todos los errores que cometí son los que me han hecho ser como soy ahora. Pero, cariño, es inevitable. En 2008 nos dimos cuenta y en nuestro octubre también. Y es que no sé si somos dos almas gemelas o una sola. Pero yo ya no puedo vivir sin ti. Siento que te conozco desde siempre y que lo haré hasta siempre. Siento que no me vas a decepcionar y que, por muchos problemas que se interpongan, es inevitable que permanezcamos unidos. Ojalá pudiera parar el tiempo cuando estoy contigo, porque nunca he pasado momentos tan perfectos como cada día desde ese 15 de octubre. Aquel viernes perfecto, que nos avisaba de la historia que no esperabamos y ahora no queremos abandonar. Sé perfectamente que en un texto no cabe tanto. Tanto cariño, tanto amor, tanta felicidad, tantas palabras, tantos silencios, momentos, esperanza... Sé que en un texto no cabe nuestra historia. Pero tal vez, asi todos los minutos entiendan que por mucho que hagan el tiempo no va a hacer que nos olvidemos el uno del otro. Tal vez así la distancia entienda que no es nada comparada con los kilómetros que nosotros hemos recorrido en caricias. Tal vez esto no sea nada comparado con lo que somos, pero es suficiente para que todos los que intentan interponerse entiendan que nunca podrán hacerlo, porque no somos dos personas cualquiera, somos más que almas gemelas, solo juntos somos un alma entera.