
-¿Qué piensas del amor?- Dije sin venir a cuento.
"Amor", una palabra ya muy desgastada para mi, y no precisamente por mis relaciones amorosas, que siempre fueron escasas y decepcionantes. Pero es que todo el mundo usaba tanto esa palabra que se había convertido en algo sin sentido.
Aun así, sentí curiosidad en aquel momento por otras opiniones.
Y es que paseaba por el centro de mi ciudad. Una ciudad abarrotada de personas que parecían no pensar en nada.
Observé algún mendigo, y es que estos parecían ser los únicos que me comprendían.
Era extraño, ellos estaban ahí, en su rincón, con lo poco que tenían, y todos los ignoraban y dejaban al margen. ¿Cómo podían pasar desapercibidos siendo tan distintos a los demás?
Yo, en cambio, me perdía entro todo aquel bullicio, rumbo a un Mc Donals o algo parecido.
Parecía tan inconsciente como todas aquellas personas, sin embargo, nunca me sentí tan distinta a ellos y tan parecida a aquellos mendigos.
Tan parecidos y a la vez tan diferentes...
-¿El amor?- Dijo él intentando ocultar su sorpresa.
Casi se me olvidaba que le había hecho una pregunta
-El amor es un engaño-
Y,¿Por qué con él me sentía yo la mendiga incomprendida cuando siempre parecía ser él quien tenía la razón?
Él era mi mejor amigo. Alguien muy distinto y a la vez muy parecido a mi.
Yo buscaba la magia en cada rincón. Él tenía muy claro que la magia no existía. Yo siempre tenía esperanzas. Él hacía tiempo que perdió todas.
¿Lo había pasado peor que yo en la vida? Él nunca evidenciaba ningún tipo de sentimiento, pero supongo que era posible.
-¿Por qué lo preguntas?- Dijo mirandome con aquella expresión que mezclaba indiferencia y complicidad que solía mostrar cuando se sentía incomodo hablando de algo y a la vez igual por querer evitar el tema.
-No lo sé, nunca hemos hablado de ello.- Pronuncié y miré alrededor quitandole importancia al asunto. Pero me gustaría tanto que de vez en cuando él pensara como yo...
-Tú y yo somos amigos por culpa del amor,¿No?-
No, yo nunca había amado, si es que el amor es lo que dicen las poesías y los libros.
-Supongo...- Dije consciente de que en el no iba a volver a surgir aquel sentimiento, desde que fuimos un hombro el uno para el otro, desde que conseguimos odiar al amor.
Ahora sabíamos que lo más importante era nuestra amistad.
-¿Pasa algo?- Me dijo mientras enlazaba sus dedos con los mios.
Por cosas como aquellas todos pensaban que eramos "novios".
Nunca salíamos a la calle con nadie que no fueramos nosotros.
-Claro que no- Dije aprentando su mano y sonriendo forzadamente.
Él me conocía demasiado, así que suspiró con resignación, sabiendo que iba a seguir ocultando cualquier problema.
Seguimos paseando y seguí sintiendome un mendigo, sintiendo la libertad del no tener nada, y las cadenas de quererlo todo.
Yo era tan soñadora, y el tan realista...
Y tal vez fuera por eso que no podíamos estar el uno sin el otro. Nos dabamos la parte que nos faltaba a cada uno. Me gustaba ser su mejor amiga.
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